lunes, noviembre 26, 2007

El Nuevo Invento: Llamarse "Productivista"

esto me lo envió mi amigo Claudio y me parece sensato que Uds también lo lean....

*******************************************


Los inventos idiomáticos a los que somos afectos en la Argentina nos
sumergen en un mundo de eufemismos que esconden la realidad y nos impiden
ver los hechos tal cual son.

Los argentinos tenemos la manía de estar todo el tiempo inventando palabras
para tratar de explicar lo inexplicable.
Creamos la "pesificación" para disimular lo que en el fondo fue una confiscación
de la propiedad privada.
El "corralito" para no decir que la gente tenía prohibido retirar su dinero
de los bancos.
Nos referimos a los "superpoderes" en vez de expresar que la democracia republicana
no existe y el Poder Ejecutivo puede disponer del dinero de los contribuyentes
de la misma forma en que lo hacían los señores feudales con sus súbditos.
Estas palabras y otras tantas como "estilo K", "transversalidad" o
"factor de empalme" se agregaron en el último tiempo a nuestro diccionario cotidiano.

El listado es largo, pero ahora le acabamos de agregar
un nuevo invento idiomático: "productivista".

Este flamante término se usa para afirmar que tal o cual economista o dirigente
empresarial son "productivistas".

¿Qué significa ser "productivista"?
Aparentemente, se trata de una persona que cree que la política económica
tiene que poner el acento en la producción.
¡Qué genial descubrimiento!
Resulta que en pleno siglo XXI descubrieron una nueva teoría económica por la
cual la economía tiene que estimular la producción.

Imagino que quienes se llaman a sí mismos "productivistas" pretenden ser la
antítesis de aquellos que, supuestamente, defienden lo financiero por sobre
la producción.

Ahora bien, no todos los que aseguran que quieren estimular la producción
logran su objetivo con las medidas que aplican. Por ejemplo, durante la
campaña electoral de 1983, Raúl Alfonsín decía en sus discursos que cuando
asumiera como presidente iba a ir con los gerentes de los bancos a levantar
las persianas de las fábricas. La realidad es que bajo su gestión se
desarrolló el más fenomenal festival de bonos que uno recuerde, aparecieron
las famosas cuevas para hacer negocios financieros y el país estalló en una
hiperinflación que paralizó totalmente la producción.

Otro caso similar y más reciente se dio cuando el presidente Néstor
Kirchner sostuvo, pocos días antes de las elecciones, que su gobierno había
adoptado medidas para que las tasas de interés bajaran al 12% anual para
los préstamos para consumo y al 9% para los préstamos a empresas. Sería muy
interesante que algún funcionario de la actual administración informara en
qué banco público o privado se otorgan esos créditos. De paso, también
sería bueno que ese mismo funcionario público le comunicara a la población
dónde se pueden conseguir los famosos créditos para inquilinos. O, al
menos, que dieran los datos de cuántos de esos créditos fueron otorgados y
el monto total de los mismos.

Por otra parte, parece que llamarse "productivista" se relaciona con
proclamar a los cuatro vientos, en contraposición con los 90, la política
de desendeudamiento que nos vende el gobierno. Es que luego del aumento de
la deuda pública de los 90, ahora está de moda hablar de producción y
despreciar las políticas financieras públicas. El problema es que, después
de haberle pagado al Fondo Monetario Internacional (FMI) la totalidad de la
deuda y habiendo hecho una de las quitas de capital más grandes de la
historia económica mundial, y sin incluir los 26.000 millones de dólares de
los bonos que no entraron en el canje, el stock de deuda pública al 30 de
junio llegaba a los 138.000 millones de dólares, solamente 7.000 dólares
menos que al 31 de diciembre de 2001, cuando se declaró el default por
entender que la deuda era impagable.

No se entiende muy bien, entonces, qué quieren decir con "productivistas",
porque si de tasas de interés se trata no ha sido este gobierno, al igual
que el de Alfonsín, el que ha conseguido niveles de tasas consistentes con
lo que puede pagar el sector real de la economía o, para decirlo en
palabras de la nueva corriente "productivista", tasas de interés que está
en condiciones de pagar la producción.

Tampoco puede alegar este gobierno que pone la producción delante del
endeudamiento ya que, como hemos visto, ha batido récords de rapidez para
aumentar el stock de deuda pública y creado una nueva patria financiera que
vende electrodomésticos a 24 meses sin intereses. Toda una novedad ésta de
que la tasa de interés sea igual a cero, dado que implica que hay alguien
que está dispuesto a postergar consumo presente por consumo futuro sin
recibir nada a cambio. La realidad es que la pantalla de plasma es sólo una
excusa para vender cuotas a tasas gigantescas. Así como hoy venden
televisores a 24 meses sin intereses, mañana podrían ser salchichas, porque
el negocio del modelo "productivista" pasa simplemente por vender cuotas.

Es verdad que en el pasado se intentó sustituir las reformas estructurales
por mecanismos financieros. Se creía que por el simple hecho de colocar más
deuda, armar un blindaje o hacer un megacanje se evitaba tener que reformar
el sector público, la legislación laboral, el sistema tributario, la
apertura de la economía y demás medidas que todos los países que hoy crecen
adoptaron en su momento.

Esa sustitución de reformas estructurales por deuda pública, que terminó
estallando, no tiene hoy en día su correlato con medidas de fondo. En vez
de esconder los problemas estructurales detrás de un mayor endeudamiento,
hoy se los oculta detrás de un dólar artificialmente alto financiado con el
impuesto inflacionario. Y al tan criticado endeudamiento de los 90, ahora
se le agrega una maraña de subsidios insostenible en el tiempo, junto con
un fuerte castigo impositivo a la producción agrícola, ganadera y
petrolera, entre otras.

Así, dudo que alguien pueda llamarse "productivista", si por esta palabra
se entiende incentivar la producción, cuando se impulsa una carga
tributaria que, en el caso de la soja, significa que el Estado se queda con
toda la producción sojera de la provincia de Buenos Aires más la mitad. Es
decir, se lleva el equivalente a una provincia de Buenos Aires y media en
toneladas de soja.

Menos que menos puede hablarse de incentivar la producción cuando se
recurre al teléfono rojo para amenazar a quienes producen (aunque, dicho
sea de paso, el único mérito de la política de Guillermo Moreno es haber
dejado al descubierto la calidad de buena parte de la dirigencia empresaria
argentina).

Anclados en los 40, los "nuevos productivistas" creen que producir sólo
implica hacer algo físico. Un médico, un docente o un ingeniero no producen
nada para los "productivistas". Todavía no se enteraron de que el 66% del
PBI de los países desarrollados proviene del sector servicios.

Dejando de lado el retraso ideológico imperante, lo cierto es que el actual
modelo productivo o "productivista" lejos está de haber dejado las mañas
del pasado más reciente que tanto critican. No hubo reformas estructurales
y se las sustituyó, al igual que antes, recurriendo a políticas de fuerte
endeudamiento y crecientes tasas de interés, más el agregado de la
inflación y los controles de precios. Un cóctel de explosivos de alta
potencia que han armado los nuevos "productivistas" y que ha sido puesto en
las entrañas del mismo sistema productivo.

Roberto Cachanosky


© www.economiaparatodos.com.ar

No hay comentarios.: