sábado, diciembre 02, 2006

Mejor Que El Mail

¿Cómo se llama ese e-mail que no necesita de una computadora,
ni de una conexión con Internet, ni de un locutorio, ni de la PC
de la oficina, ni de la palm de un amigo o, de una notebook prestada
en un bar coqueto con Wi-Fi?
Digámoslo mejor, ¿cómo se llama ese e-mail que no necesita del e-mail?

Se llama SMS, por supuesto. (por "Short Message Service" o servicio de mensajes cortos)

Todavía me encuentro con personas que se asombran del número
de mensajes de texto que se envían en Argentina.
Por ejemplo, el último 20 de junio, Día del Amigo, la empresa "personal"
procesó 70 millones de SMS.
Suena a mucho.
De hecho, fue mucho para las redes celulares locales, que en el pico de la
amistosa jornada se atascaron. ( A menudo se atascan en cualquier día, pero
bueh! fíjense dónde estamos)

Hay algo así como una resistencia, una traba intelectual o algo por el estilo
que nos ha impedido desde tiempos muy antiguos ver algo que,
sin embargo, tenemos delante de las narices:
todos los seres humanos tenemos las mismas necesidades.
Una de ellas es la comunicación.
Aísle a una persona de sus iguales y terminará por perder el juicio.
No se trata de un lujo, se trata de una necesidad vital.

El e-mail fue la killer application (el programa que dispara una plataforma
al estrellato) de Internet.
Lógico.
Hasta entonces sólo teníamos la carta, el teléfono, el fax y el telegrama,
todos ellos con una cantidad de inconvenientes.
El teléfono te interrumpe, el fax se queda sin papel, la carta exige estampillas
y buzones, y el telegrama es igual, pero más complicado.
De pronto, podíamos escribirles a nuestros colegas, amigos y familiares
sin tanto problema. Desde casa. Desde la oficina.

Por alguna razón que me resulta inextricable, muchos se asombraron de que
algo tan bueno tuviera tanto éxito. Empezando por su creador, Ray Tomlinson.
Pero al final se volvió cotidiano y muchos trataron de un millón de maneras de
emular ese triunfo. No lo lograron porque en lugar de entender a la gente intentaron desentrañar la fórmula el éxito del e-mail. El carro delante del caballo.

Entre tanto, el SMS, calladito y sin esfuerzo, alcanzó la popularidad de inmediato.
¿Por qué?
Porque el e-mail también impone restricciones:
se necesita un dispositivo conectado a la Red y un cliente correctamente configurado.
En cambio, el SMS lo mandás desde un taxi, caminando por la calle o
un minuto antes de que empiece el recital, en medio de un estadio repleto.
Y lo que tiene todavía más gravitación en el para nada insólito hecho de que se
hayan vuelto tan exitosos, los SMS pueden enviarse y recibirse con los teléfonos
más básicos del mercado.

Se calcula que existen unos tres millones de conexiones de Internet en Argentina.
Pero hay alrededor de 20 millones de líneas de teléfonos móviles.
Creo que la ecuación es suficientemente clara.


Qué estás esperando para enviarme ese maldito mensajito?

No hay comentarios.: